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El lecho de procusto europeo

¿Es realmente bueno que los proyectos europeos tengan llamadas tan bien definidas y especificadas, detallando todo lo que hay que hacer? Me podría decir usted que sí, que en caso contrario sería un cachondeo, que cada uno haría lo que viniera en gana. De acuerdo pero miremos el tema desde la innovación. Desde un proyecto europeo resulta muy difícil hacer algo genuinamente innovador ya que hay un lecho de Procusto al que uno se ha de adaptar inevitablemente. Una buena idea acaba finalmente destrozada por tenerse que adaptar a unas directas, objetivos, targets, etc. que no son los que mejor le van al proyecto. La solución fácil? Proyectos con el manido esquema de documentación + buenas prácticas +web +jornada para presentar las buenas prácticas. Y esos proyectos no son nada innovadores, más bien depredan la innovación de esos proyectos que son buenas prácticas (y que normalmente no están financiados por la UE). ¿Triste panorama, no? ¿Qué puede hacer uno? ¿Desgraciar un proyecto innovador pasándolo por el lecho de Procusto versión UE? ¿Dejarlo tal y como está, con la casi seguridad de que no lo aprobarán? ¿Hacer un proyecto recopilatorio pelma?

No news are bad news

Miremos la cantidad de comentarios a los pensamientos (¿¿) expuestos. Excepto las bienintencionadas respuestas del amigo Botifoll a los primeros posts, las reacciones brillan por su ausencia. Igual somos tan respetados que nadie osa a decir nada. Será que no hacemos más que tirar piedras al océano. Hagamos propósito de enmienda y encomendémonos por consiguiente al título.

e-inclusion del correo electronico

Un estudio reciente entre trabajadores de diferentes compañías en Estados Unidos y Europa ofrece unas cifras preocupantes sobre la cantidad de tiempo que nos pasamos escribiendo y contestando correos. Así, un 65% indica que pasan entre una y tres horas cada día leyendo y contestado correos y un 40% afirmaba perder cada día entre 30 minutos y 3 horas intentando entender mensajes mal escritos. El resultado final es que el 80 % de los entrevistados afirmaban lo importante que resulta saber escribir buenos e-mails, fáciles de leer y que vayan al grano. Otro dato interesante es que buena parte del volumen del correo electrónico era generado internamente por la compañía a la que pertenecía el trabajado.

Estos resultados me hacen pensar en la necesidad de un proceso doble de e-inclusión cuando nos enfretamos al correo electrónico. Todos deberíamos aprender:

a) A redactar mensajes de correo electrónico con las siguientes características.
- Contextualizados. Es decir, no es necesario recuperar un mensaje o un documento anterior para saber de qué narices nos están hablando.
- Bien redactado. Que no haya que leerlo varias veces para entender lo que se dice.
- Centrado en el tema. Que no se vaya por las ramas y que comunique exactamente lo que se necesita de la persona que lo recibe. Evitar igualmente los attachments de un documento largo cuando lo que queremos saber es una cosa muy precisa que sería mejor formular en el cuerpo del mensaje.
- Breve. Lo bueno, si breve…
- Editado. Acabar con esos chorizos de replys y contrareplys en los que es muy difícil orientarse.

b) A saber cuando toca enviar un mensaje. Antes de empezar a redactar como un maníaco y darle al botón de “enviar” pararse un minuto y pensar una serie de cuestiones.
- Urgencia. ¿Es muy urgente el tema? Quizás sea mejor llamar por teléfono. No todo el mundo se pasa la vida enganchado al mail.
- Verbosidad. ¿Es un tema muy largo de explicar? Quizás sería mejor quedar en persona o por teléfono y hablarlo.
- Oportunidad. ¿Vale la pena enviar ese mensaje ahora? ¿O estamos de hecho esperando cambios que harán que la información que estamos pidiendo resulte finalmente útil?

Hagamos un pequeño ejercicio empático. ¿Quién no ha recibido un mensaje superurgente pidiéndole todo tipo de detalles para luego resultar que ese proyecto finalmente no se hace o se ha cambiado tanto que se nos pide nueva información? ¿Y quien no ha recibido ese mensaje descuidado, mal redactado que casi parece cifrado y que cuando lo desciframos más o menos seguimos sin estar seguros de qué nos están pidiendo realmente? Pues no le hagamos a los demás lo que no queremos para nosotros y las oficinas serán un lugar un poco más agradables cuando abramos la aplicación de correo electrónico.

Emociones para enseñar valores Interculturales

No es costumbre hablar de nuestros propios proyectos aquí, pero esta vez pensamos que vale la pena, ya que Face Value (www.facevalue.ws) trata de como transformar nuestros proyectos, utilizando todo el potencial que tienen las emociones para la transformación de los procesos pedagógicos.
Los próximos días 21 y 22 de octubre, Trànsit Projectes organiza una encuentro internacional sobre cómo utilizar las emociones para enseñar valores interculturales que incluirá una descripción detallada del proyecto Face Value. Si estáis interesados no tenéis más que inscribiros. Es gratuito. Tenéis el programa y la información sobre como inscribiros en la web de Face Value.

Emociones para enseñar valores Interculturales

No es costumbre aquí explicar nuestros propios proyectos, pero hacemos una excepción con este, porque presenta una nueva metodología a la hora de considerar la organización pedagógica de un proyecto. Tal y como podréis ver en www.facevalue.ws, el proyecto Face Value trata de como enseñar hábitos interculturales mediante las emociones. Nuestra cultura, excesivamente centrada en los procesos discursivos no es suficientemente consciente de las posibilidades que ofrecen las emociones a la hora de transmitir mensajes y, sobre todo, cambiar nuestra escala de valores.
Si el tema os parece interesante y estáis por Barcelona, os invitamos a asistir al encuentro internacional “Emociones para enseñar valores interculturales” que tendrá lugar los próximos días 21 y 22 de octubre en el Convent de Sant Agustí. Barcelona.
Más información en la web del proyecto Face Value.

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